EL GUIRRIA DE SAN JUAN DE BELEÑO
Es la primera fiesta del año que se celebra en Asturias.
ÍNDICE
1.- Introducción.
1.1.- Origen y descripción de la fiesta.
2.- El atuendo del guirrio. Etimología.
3.- Otros lugares en que se celebra, este festejo antiquísimo
4.- La experiencia del GUIRRIA, descrita por su protagonista.
5.-Noticias.
El popular personaje de San Juan de Beleño reparte besos y ceniza escoltado por 36 aguinalderos, en enero de 2020.
6.- Bibliografía.
1.- Introducción.
1.1.- Origen y descripción de la fiesta.
Introducción
San Juan de Beleño se ubica en la
zona oriental de
Asturias, en el concejo de
Ponga (con una extensión de 202 Km2, que auna tradición y paisaje diverso, alberga el Bosque de Peloño y una rica arquitectura regional.
Se
conservan las formas de vida tradicionales y entre sus costumbres
ancestrales, destaca la del Guirria, que da lugar al considerado como el desfile más
antiguo de Asturias. ....
El Guirria de Ponga.
La fiesta del Guirria y el Aguinaldo, en Ponga, es de Interés Turístico,
se inicia al mediodía del Año Nuevo cuando la comitiva de l Guirria y
los jinetes del aguinaldo parten de San Juan de Beleño hacia el barrio
de Cainava.
Ahí comienza la ruta diablesca por Beleño.
Al llegar a Cainava entra en todas las casas abiertas y el Guirria besa a todas las mozas que puede.....
1.1.- Origen y descripción de la fiesta.
Nadie en Ponga sabe a ciencia cierta cuándo se originó
la tradición del Guirria, mitad hombre, mitad demonio, según determina la tradición, que
sale a la calle el día de Año Nuevo a pedir el aguinaldo y a
cometer pequeños desmanes, sobrevive con excelente salud y en
la que participan los solteros y las solteras de San Juan de
Beleño, pero todos tienen claro que es la mejor fiesta del concejo de Ponga.
Es condición para
participar no estar casado ni tener hijos y ser mayor de 15
años. Los varones menores de esta edad van en burro hasta
alcanzar la madurez suficiente para subirse al caballo.
La
secuencia del Guirria comienza en la noche del 31 de diciembre. Una hora
antes de la llegada del año nuevo se reunen los jóvenes solteros de
San Juan de Beleño, de ambos sexos y mayores de quince años. En dos
cántaros introdujeron las papeletas con el nombre de los allí presentes
para ir emparejándolos al extraerlas.
La principal obligación posterior
a los emparejamientos es la de que el chico, a partir de las primeras
horas de la noche de ayer, se presente en casa de la moza que le haya
correspondido en suerte con un paquete de «corbates», un regalo y las
papeletas grapadas con los dos nombres.
La moza se compromete a
invitarlo a cenar en su casa, en presencia de la madre. Se cree que
ésta era una fórmula para que las parejas se conocieran y hasta para
fomentar matrimonios futuros.
El personaje aparece en la vía pública a
mediodía y se presenta ataviado con un traje a cuadros
anaranjados y azules, careta blanca, larga barba negra y un grueso palo
de avellano.
Acompañado por un cortejo de aguinalderos, montados
a caballo y cantando coplillas, aldabonea las puertas de todas las
viviendas en busca de comida, bebida y dinero. Y la frenética
carrera se prolonga hasta las nueve de la noche
Al paso o al trote, los mozos van parando en todas las casas para
pedir el aguinaldo y, cuando llegan a una habitada por una soltera,
entregan «la papeleta y castañas, «símbolo de fertilidad».
Es tradición que
tú lo invitas a cenar y él te hace un regalo»,
relata la joven, que ha tenido suerte con los mozos que le han tocado
hasta ahora.
Fueron cumplidores y le entregaron algo, no como los de
Aida Granero, que aclara que para el convite gastronómico
«tienen que darte primero el regalo».
La fiesta del
aguinaldo congrega en las calles de San Juan de Beleño a buena
parte del pueblo.
El resto se queda en su casa, esperando la llegada de los
«aguinalderos» y del Guirria para ofrecerles un breve
pincheo, vino y alguna aportación dineraria con la que financiar
una cena en los próximos días.
Los mozos no llegan a bajarse del caballo y, presos de la euforia
festiva, entonan algunas canciones tradicionales como «El
aguinaldo» o «Viva Ponga».
2.- El atuendo del guirrio. Etimología
La mejor descripción del atuendo del guirrio, de antaño, es la que
proporciona Fausto Vigil:
«Son jóvenes que visten pantalón blanco con franja
encarnada, camisa blanca, largas polainas de paño negro y faja encarnada sobre
la que ciñen ancho cinturón de cuero al que van sujetos algunos cencerros.
Cubren la cabeza con una especie de cucurucho, largo hasta sesenta o sesenta y
cinco centímetros, rematado con un rabo de zorro y formado por una o dos pieles
de oveja blanca, que recubriendo totalmente el cucurucho, bajan simétricamente
por el pecho y espalda hasta el epigastrio, a manera de escapulario.
En la
parte correspondiente a la cara llevan unas aberturas que se corresponden con
los ojos, la nariz y boca del disfrazado, y otras correspondiéndose con las
orejas. Las de éstas y las de la nariz y boca llevan cosidos, superior e
inferiormente, unos trocitos de paño o bayeta de color rojo, que caen a modo de
pequeñas cortinas que ocultan aquellos órganos».
Para el ejercicio de su oficio,
que es el de perseguir a las mozas y saltar el guirrio se sirve de una pértiga
de avellano.
Según Elviro Martínez, que en su libro
«Tradiciones asturianas» utiliza la forma
«guirrios», sobre la etimología de esta palabra se
han dado muy variadas opiniones:
«Cabal insinúa el verbo
«guerrire», del bajo latín, y con el significado de
retozar, saltar de gozo;
Fausto Vigil aventura tímidamente que
la forma femenina «guirria», con vigencia todavía
hoy en Ponga, puede confundirse con la «oguerria» vasca, de
raíz cántabra, del antiquísimo lenguaje astur,
máxime teniendo muy en cuenta que esta última significa
en euskera, navidad».
Monumento a los Zamarrones a la entrada de Pola de Lena (Asturias Central)
3.- Otros lugares en que se celebra
este festejo antiquísimo.
Los guirrios,
zamarrones, sidros, etcétera, eran habituales en las aldeas y
«caleyas» asturianas entre Navidad y Carnaval, pero se fueron
extinguiendo, al tiempo que el mundo rural se desvanecería: el
guirria de Beleño es un extraño y feliz caso de supervivencia.
En el valle de Iguña, en la montaña santanderina, se celebra la
fiesta de la Vijanera o Viejanera el día de Reyes, que Julio Caro Baroja considera «muy semejante a la de los
guirrios», dentro de lo que se pudieran denominar «danzas
salvajes».
En el libro «Crónicas del poniente castellano», de
Avelino Hernández, Miguel Manzano e Ignacio Sanz, se describe de
una fiesta de invierno, celebrado en Riofrío, en la cuenca de
Aliste (Zamora) en la que, por una parte, participan personajes llamados
los Diablos, que ejecutan labores que recuerdan a las del guirria
(van cubiertos de pieles de animales, bailan con todas las
bailadoras, dan saltos sirviéndose de pértigas, etcétera) y
por otra, unos personajes fijos (el Galán, la Madama, el del
Tambor, y dentro de otra facción llamada de los Filandorros, el
Molacillo, el Ciego, la Gitana y la Filandorra), que parecen
sacados de una «comedia de sidros».
Estos personajes
representan un drama, siempre el mismo, en el que intervienen los
Diablos o Carochos, con sus máscaras y cencerros.
En esto se
diferencian de la fiesta de Beleño, donde el guirria va por su
lado y los aguinalderos por el suyo, sin mezclarse.
4.- La experiencia del GUIRRIA, descrita por su protagonista.
El Guirria del año 2004,
describía así su experiencia.
Soy yo, el Guirria del año 2004. Rey por un día.
Lo
acordamos entre todos los solteros la última noche del año y
otra vez me tocó ser el Guirria de la parroquia de San Juan de
Beleño, en Ponga.
No fue la primera vez, pero sí la última, en
que el primer día del año vestía el atuendo naranja y azul, la
careta blanca, la larga barba negra, el capirote, el palo y el
bolso cruzado lleno de ceniza para arrojar a los mozos.
Eso,
ceniza para ellos y muchos besos para ellas.
Fue la del 1 de
enero del año 2004 mi última salida para dar vida a este
ancestral diablillo, porque el Guirria y los aguinalderos sólo
pueden ser mozos solteros.
Cambio de estado, señores. Pero nadie
me reconocerá. Como mis antecesores, nadie podrá conocer mi
identidad y menos las mozas, a las que perseguiré en busca de un
beso.
Me puse la careta y la magia del Guirria me invadió.
Yo,
el que era antes, desaparecí. Salí de las escuelas de Beleño.
Había unos veinte aguinalderos mozos a caballo esperándome.
Mucho público. Los niños aguinalderos iban en nueve burros. El
público me esperaba impaciente, pero yo sólo podía correr y
besar a las mozas. Este año incluso me lo pidió alguna.
Los
niños aún se asustan al ver al Guirria por su imagen un tanto
diabólica, pariente de los zamarrones de Lena, de los guirrios de Antroxu. Se lo noté en
sus caras. La ceniza la tiré a unos cuanto mozos, más bien a
muchos. Recorrí todo Beleño.
Desde que salí de San Juan hasta
Cainava fui en caballo con Adriano, uno de los aguinalderos. Al
llegar a Cainava entré en todas las casas abiertas y besé a
todas las mozas que pude.
Me ofrecieron en todas de comer y
beber, al igual que a los jinetes que cantaron sus coplas con
deseos de felicidad para todos los vecinos, aunque yo fui por
libre y anduve a mi antojo de una y a otra casa. Los mozos del
pueblo participaron en el aguinaldo, incluso los que viven lejos,
como Álvaro Mones, que vino a pasar las Navidades desde Hong
Kong, y Bernardo Gutiérrez, desde Londres, cumplieron con la
tradición.
El día no podía ser más lluvioso y frío, pero la
tradición del Guirria, cuyo origen se pierde en la historia,
manda. Dicen que es, tal vez, la primera fiesta de Asturias.
Los niños cenaron ayer con su aguinaldo y
el día de Reyes será la cena de los mozos. La esencia de la
fiesta sigue siendo la misma y así lo confirman los más viejos,
aunque hubo años con más aguinalderos y con más corbatas, como
se denomina a las castañas guisadas que se hacen para la fiesta.
La gente fue espléndida con la comida y la mayoría de puertas y
ventanas estuvo abierta esperando mi llegada, como cada año.
El
anecdotario del Guirria, ese que escribimos entre todos los
guirrias que fuimos, dice que hubo alguno que dejó más huella
que otros por la contundencia de sus actos para lograr un beso.
Entradas por ventanas o balcones a casa de las mozas que huían e
incluso derribo de un tabique para llegar a la habitación donde
se había escondido la poseedora del anhelado ósculo. El pasdo
día 1 de enero del 2004 no tuve yo que llegar a tanto, sólo se
escapó alguna y hubo algún grito con risas al verme llegar
corriendo.
Huyeron, pero conseguí el beso.
Tras finalizar en
Cainava regresé a Beleño, donde recorrí casa por casa hasta
bien entrada la noche. Al volver a la mía sentí que al
desprenderme del traje, ese mismo que vestirá a otro mozo del
pueblo el próximo año, me desprendía al mismo tiempo de una
magia ancestral, de una energía irresistible que me dio fuerzas
para correr, saltar y besar con el nacimiento del año.
Mi tarea
como Guirria ha concluido, pero el personaje revivirá el
próximo año. Y los siguientes. Hasta el final de los tiempos.
He dicho.
El Guirria de 2013 en Ponga.
Dicen las crónicas y el numeroso público presente, que el
Guirria del 2013 era un poco tímido, apretaba poco a las mozas
y les daba besos muy familiares, «antiguamente las tocaba por
todas partes, desde abajo hasta arriba. A aquellos guirrias no se les
ponía nada por delante: levantaban tejados, rompían
ventanas, tumbaban puertas y derribaban tabiques para conseguir su
propósito».
Tienen un
montón de mozos a caballo, deseosos de invitarlas a cenar y
abandonar juntos la soltería, pero todas las mozas claman por el Guirria,
un personaje disfrazado que, cada 1 de enero, tiene impunidad para
achuchar y besar a las mozas.
Ellas creen en la suerte que dan sus
abrazos y ninguna recibe la ceniza del zurrón por haberlos
rechazado.
El regalo típico de los mozos a las mozas son «les
corbates», castañas guisadas recién hechas,
«símbolo de fertilidad».
Los veintiún solteros que participaron en la fiesta este
año partieron al mediodía de San Juan de Beleño,
donde el Guirria se mostró algo cohibido a la hora de abrazar y
besar a las mozas que reclamaron su atención.
De la capital
pongueta y a caballo junto a uno de los jinetes, el disfrazado -que es
anónimo, el único que puede estar casado y diferente cada
año- partió hacia Cadenava, donde los esperaba el deseado
refrigerio.
De allí fueron hasta El Carbayal, una casa en la que el
personaje ancestral se mostró algo más distendido y
volvió a reponer fuerzas.
Por delante quedaba la ardua tarea de
recorrer casa por casa todas las calles de San Juan de Beleño
para recoger la comida, la bebida, los euros y, por qué no, la
posibilidad de bajarse del caballo para el año que viene.
5.-Noticias.
El popular
personaje de San Juan de Beleño reparte besos y ceniza
escoltado por 36
aguinalderos, en enero de 2020.
Un buen Guirria debe
entrar «hasta la cocina» de todas las casas de San
Juan de Beleño y su entorno para cumplir con la
tradición
ancestral del Aguinaldo y
dar la bienvenida al año nuevo.
Consciente de esa responsabilidad, el joven designado para vestir el traje azul
y amarillo mediante un sorteo en Nochevieja,
siempre bajo el anonimato que marca la costumbre popular pongueta, salió esta mañana raudo de las
escuelas de la parte alta del pueblo, repartiendo besos a las mujeres y ceniza
a los hombres.
La jornada soleada animó a numerosos visitantes a acercarse a la
capital pongueta para presenciar la fiesta, declarada de interés turístico regional.
Tal era el volumen de mujeres por besar que alguna tuvo que requerirle el
cumplido, mientras él continuaba a la carrera su frenesí de achuchones y
puñados de ceniza.
Una comitiva de veinte mozos a caballo, solteros como
dicta la tradición, y dieciséis niños a burro animaban a su estela la labor
entre cánticos y gritos de «¡viva el Aguinaldo!».
El gusto por la fiesta prende
en Ponga desde la infancia, como demostró el más joven de los aguinalderos de
esta edición, Enzo Ruiz Suárez, de apenas 23 meses y único niño de San Juan de
Beleño. «Él está encantado y nosotros nerviosos y entusiasmados de que vaya a
seguir con la tradición», contó su madre, Tania Suárez. En su estreno en la
fiesta, el benjamín de los aguinalderos contó con 'Cuca' como ayudante, una
burra bautizada en honor a uno de sus muñecos, de nombre 'Cuco'.
Otro de los más jóvenes de este año fue Xoel Silva
Mones, de dos años. A pesar de residir en Gijón, en el pequeño late ya la
tradición pongueta, que le mantuvo con nervios desde días atrás. «Es muy guapo
que quiera estar y que lleve preguntando por el burrín desde hace días»,
destacó su madre, Adela Mones.
Como el pequeño Xoel, son muchos los ponguetos que,
pese a vivir fuera, programan su agenda en función de la fiesta. Es el caso de
Bernardo Collado y su hijo Matías, de cinco años, que residen en Londres. «Solo
fallamos el año que nació», contó el padre, que en su juventud encarnó el papel
de Guirria. Su consejo para cumplir con nota es «tener mucha afición a la
fiesta y algo de chispa para hacer picardías, lo más importante es que no se
olvide de nadie».
«Para ser un buen Guirria se necesita un aguante
físico extraordinario y mucha meticulosidad para no olvidarte de ninguna casa
ni de ninguna moza», explicó por su parte Álvaro Mones, que también se enfundó
años atrás el traje arlequinado.
Sus hijos Ernesto y Lorenzo, de doce y diez
años, continúan ahora con la tradición como aguinalderos, pese a que la familia
reside en México. «Están todo el año pensando en este día y preocupados por si tendrán
burros», contó Mones.
Asidua a la celebración, e incluso parte central de la
misma, es ya Ramona Rivero, de 89 años. Su casa de Cainava es la primera que
visita el Guirria y su séquito, a los que recibe con botellas de vino y un
aguinaldo de 80 euros, así como galletas para los niños.
«Me emociona mucho
porque ya venían cuando mis padres vivían. Esta es una fiesta de toda la vida,
aunque ahora un poco diferente. Antes el Guirria rompía la ventana si hacía
falta con tal de estar con las mozas», rememoró la mujer.
En el mismo pueblo de
Cainava, los vecinos obsequiaron a la comitiva con pinchos de tortilla, chorizo
y tragos de vino, todo ello amenizado por el son de la gaita del cabraliego
Yago Valvidares. Ya con el estómago a punto, los mozos y el Guirria continuarán
su celebración hasta la noche, con cena de confraternización y verbena (elcomercio 1 enero 2020).
6- BIBLIOGRAFIA
Avelino Hernández;Ignacio Sanz; Miguel Manzano Alonso (1985). Crónicas del poniente castellano. Viaje por la comarca de Aliste. Ámbito Ediciones, S.A
Castañón. Luciano (1976). Supersticiones y creencias de Asturias. Colección Popular Asturiana Nº 1. Ayalga Ediciones. Salinas (Asturias).El Comercio, Gloria Pumarada (2020). El Guirria da la bienvenida al 2020 en Ponga (elcomercio 1 enero 2020).
Gracia Noriega J.I. (1988). "Entre el mar y las montañas". Oviedo.
La Nueva España (2013). Todas quieren al Guirria.(lne 2 enero de 2013)
Martínez, Elviro (1985). Tradiciones asturianas. Ed. Everest. León.
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